Una vez en la gran superficie comienza la odisea. Todos suponemos que la ubicación de los artículos que componen la compra tienen un orden lógico y normal, inamovible, dentro de la estructura de todas las grandes superficies. Nos Imaginamos que miles de estudiosos de la eficiencia han implantado unas sólidas bases optimas de distribución de espacios, de manera que si el salmón ahumado esta en esa isla y en ese estante es porque debe estar ahí y no en otro sitio...
Pues no señor!!! A joderse...cada supermercado tiene una distribución de artículos determinada por lo que al director, gerente o quién sabe le salio de los mismísimos. Así que aprovecha que hoy encuentras el salmón, porque mañana puede que ya no este por ahí.
El caos total llega cuando tu vas a otra gran superficie de la misma compañía y...tachán!!! es otro mundo distinto a la gran superficie que conoces, un nuevo universo de islas y estantes distribuidos al azar, donde salvo el vigilante de seguridad y las cajas lo demás esta donde Cristo perdió los clavos.
Con lo cual la aventura cotidiana de la compra se convierte en una odisea, lo mejor que haces ejercicio psíquico y físico comprando, entre tanto desplazamiento y memoria para saber que buscabas antes de perderte, en una hora y media de compra y de empujar al carrito, ir a la compra se convierte en una actividad deportiva satisfactoria.
¡VIVA EL ALMACEN DE DON MANOLO!